lunes, 16 de mayo de 2011

Noelle, la belle


Noelle, de andares lentos y majestuosos,
leona de ébano sigilosa y poderosa,
no es consciente de su fuerza,
sólo lo es de su desesperación.

Tiene miedo de sus cadenas,
que han destruido 
su contundente piel.
Por eso suplica como una niña,
caricias y dignidad ausentes.
Pero no todos la escuchan,
porque no quieren escuchar.

Y Noelle les inquiere, 
les grita a viva voz,
pero no todos la escuchan,
porque no quieren escuchar.

Entonces Noelle cada vez enmudece un poco más,
suplicando con susurros, lágrimas y lamentos.
Pero su voz es cada vez más floja, más débil,
se esconde al no ser escuchada.

Noelle, superviviente, enmudece del todo,
y entonces son sus muñecas las que gritan,
las que gotean partituras de vida,
las que aclaman calladas y partidas,
que se las libere de sus cadenas.

Y entonces la escuchan,
ya no pueden no escuchar,
la sangre es un lamento que no se pueda obviar.

Noelle comprende que los necios,
sólo son amedrentados con el escándalo.
Que su vida no le sirve
si su vientre y a su alma, 
son arrastrados otra vez 
al motivo de su agonizante huida.

1 comentario:

  1. Todos aprendimos algo de Noelle,Ella cayó al silencio y es cierto que se hizo oir, dejando un sentimiento de culpabilidad a todos los que no quisimos escucharla.
    carol

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