Para aquell@s que nos acercamos a curioso arte de comprender el alma humana, la presencia de la caja expendedora de kleenex es un elemento al que estamos altamente habituados. El gesto de acercar esta herramienta de trabajo a los ojos del interlocutor, hace que en ocasiones no consideremos con extrema atención la maravillosa pasta de la que estamos hechos los seres humanos, y que esta vez se refleja en el acto de llorar.
Me asombra contemplar como ante el dolor expulsamos un cúmulo de agua por nuestros ojos. Si, las lágrimas no son sino agua que se desprende de contraer el alma, y por ende, del cuerpo humano que cada uno habitamos impregnado del sufrimiento que sentimos. Llorando liberamos ese dolor registrado en nuestro cuerpo. Además de esta autorregulación organísmica, se me antoja pensar que además el agua es el elemento generador de vida por excelencia, por lo que no sólo liberamos al cuerpo del dolor emocional que contenga, sino que además, este se transforma en vida. Y eso, en mi particular comprensión de las cosas, viene a ser una acuática metáfora de que sólo liberando el dolor volvemos a resurgir y habitar la vida.
¿Imagináis si al ponernos tristes, en vez de llorar, cagásemos?
ResponderEliminarEl rollo de papel higiénico ocuparía el lugar del kleenex, al final son casi lo mismo.
Los chicos si lloran.
ResponderEliminarTope txulo ;)
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