viernes, 16 de noviembre de 2012

Creer o no creer, that is the question...

Otra huelga. Otra mani. Otro grito. Otra carga.

Sentía su presencia allí inevitablemente alienada. Alienada en la reiteración del enfado compartido, en la desesperanzada lucha, en la trágica realidad que no acababa de tomar un giro contundente. Una gran marcha de insatisfacción, que desde la indignación había permanecido, no obstante. Luego el debate, que si sí , que si no, que caiga un chaparrón... (¡ójala!...)

De nuevo. De nuevo cansancio y repetición. Entonces para escapar de la insoportable pesadez del ser se acordó de Rodin y su Pigmalión. Escapó hacia el mito del idealista que no encontraba su deseo en la realidad existente. Así que desengañado por ella, decidió esculpir la perfección, Galatea. Fue tal su trabajó, dedicación y amor hacía ella, su escultura, que Afrodita decidió convertirla en mujer. Y entonces el ideal se hizo real.

Pero, ¿cómo era posible convertir la desesperanza en belleza y el deseo en realidad?


Solamente creyendo, creyó.
Ya no servía el refugio el deseo inalcanzable. Había que creer con convicción en el deseo. Incluso más, confiar en él. 
Sobraban quejas desconsoladas, dramas diarios y el acoso de la rabia desparramada. 
Sobraban peros; "el pero nada va a cambiar", el "pero y mañana que", y sobretodo el "pero bueno..."
Y Faltaba la creencia detrás del discurso consabido, del estribillo en la protesta.  
Faltaban sueños cargados de deseo, pero sobretodo rebosantes de fe.

Creer o no creer, esa era la cuestión...

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